Por doquier de la comarca hay más de 50 fortificaciones, están todas recogidas en este mapa. A mí me apetece hacer una ruta por este patrimonio excepcional que tenemos en la comarca. ¿Me acompañas? ¡Vamos!

El Castillo de Santa Florentina, de Canet de Mar, es espectacular. Un castillo medieval con altas torres almenadas, un gran patio cerrado, salones señoriales y una capilla con cripta. En el patio también hay una galería gótica. ¿Vivían reyes y reinas, príncipes y princesas? Me gusta pensar que sí.

Aunque está documentado des del siglo XI, a principios del siglo XX fue reformado por el arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, nieto del propietario, y por el editor Ramon de Montaner i Vila, conde del valle de Canet.

Así nos llega hasta nuestros días. Por eso es uno de los mejores conservados: está abierto para visitas guiadas, pero también se celebran eventos como reuniones y bodas, sesiones de fotos y grabaciones. ¡Incluso fue el escenario de algunas escenas de Juego de Tronos!

Otro castillo digno de ver es el de Vilassar de Dalt, un conjunto escultórico flanqueado por cuatro torres coronadas con almenas y una de circular en medio. Se cree que fue construido en la misma época que el de Santa Florentina, entre los siglos X-XII.

Su importancia ha hecho que lo declarasen Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) y durante el año se establecen periodos de visitas para ver los diferentes patios, el puente del cementerio, la capilla y el porche.

Vamos hacía las torres, símbolos de defensa de la comarca. En Santa Susanna encontramos la Torre de Can Ratés, que no sólo cuenta con una torre de vigía, sino que también era un refugio.

Fue construida el año 1584 por Bartomeu Poch, pero recibe el nombre de la familia Ratés porque la compró en el año 1861.

La torre tiene planta circular y comunicaba con las habitaciones del primer piso. Recientemente se ha restaurado y forma parte de los equipamientos municipales, donde se celebran eventos culturales y reuniones. También ha estado declarada Bien Cultural de Interés Nacional.

En Vilassar de Mar encontramos la torre de Nadal, construida el año 1551 por la familia Sala, pionera en la elaboración del vidrio soplado. Aunque la levantaron al lado de su masía, poco después la casa fue comprada por un arriero mallorquín que se llamaba Nadal de apellido y que convirtió tanto la masía como la torre en un hostal. 

Actualmente, solo se puede visitar desde fuera, donde se pueden ver dos ventanas góticas y los agujeros de aspillera por la defensa. Se restauró en 1998.

La torre de Can Valls, situada en el Parque de los Hermanos Gabrielistas de Sant Vicenç de Montalt, es espectacular, ya que es un mirador natural. Está rodeado de flora autóctona, pero también de árboles centenarios que los hermanos llevaron de sus misiones de África, Asia y Australia.

Aunque tampoco se puede acceder al interior, desde fuera se pueden ver las partes básicas de las torres de vigía. ¡Ideal para una clase de historia en vivo!

Por último, vamos a Calella, donde unos de los símbolos son las Torretes.

A diferencia de las anteriores, éstas eran de telegrafía óptica y servían para que los municipios se pudieran comunicar entre ellos cuando aún no existía el teléfono.

Había dos: una militar y otra civil. Las dos contaban con dos plantas comunicadas por una escalera de caracol. Se construyeron en la cima de un turó y llegar es toda una aventura.

¿Qué, te han entrado ganas de ir de excursión? ¡Pues vamos! Y si haces fotos, no te olvides de etiquetarme en @laiaiadelmaresme y @costabcnmaresme con las etiquetas #turismemaresme y #somdemaridemunt. ¡Te espero!