Ariadna Rodríguez, Premià de Mar

Entrevistamos a Ariadna Rodríguez, técnica del Museo de la Estampación de Premià de Mar

¿Dónde estamos, Ariadna?

Esto es el Museo de la Estampación de Premià de Mar, un museo industrial que está ubicado en una antigua fábrica de gas y que cuenta la historia del proceso de la estampación textil. Cuando esta industria de la estampación entró en declive a finales de los años setenta, hubo un grupo de personas de la Asociación de Estudios Científicos y Culturales (AECC) que se centraron en recuperar todo el patrimonio de las fábricas que estaba en peligro de perderse. Gracias a ellos pudimos conservar entre otros los fondos de las empresas La España Industrial -que estaba en Sants- o de la empresa Lyon-Barcelona de aquí Premià de Mar, que era la única de Cataluña que tenía el revolucionario sistema de estampación lionés, del que posteriormente nació la serigrafía.

¿Por qué existe esta relación entre Premià de Mar y la industria de la estampación?

El Maresme es una comarca textil por definición desde el siglo XIX y a principios del siglo XX Premià de Mar se especializa en la estampación. Al principio había varios talleres que hacían estampación tradicional, pero en 1931 se instala aquí la fábrica Lyon-Barcelona que revolucionan el mercado con su máquina de estampación con pantallas. Son los primeros que lo hacen en España. Y a partir de ahí se crea todo un clima de fabricación secundaria: se abren otras fábricas y se desarrolla todo un tejido de talleres familiares que trabajan por estas grandes factorías. Hasta los años ochenta del siglo XX, prácticamente todo el mundo de Premià está trabajando en esta industria.

¿A qué piezas del museo les tiene especial cariño?

Hay una que a mí me gusta mucho que es uno de los primeros ordenadores pensados para realizar diseños de estampación; es de los años setenta. Y esto claro no lo tiene todo el mundo. También tenemos tejidos muy antiguos, entre ellos unos coptos, de Egipto. Y después guardamos un gran legado en forma de diseños, por ejemplo, tenemos piezas de Lali Bas Dalí (familiar de Salvador Dalí) o de Kima Guitart... Quiero decir, que no sólo tenemos la maquinaria industrial sino también los diseños preparatorios y piezas finales.

Otro elemento que nos gusta especialmente son estas esculturas contemporáneas de la artista Mariaelena Roqué, que fueron realizadas en 2011 expresamente por el museo. Se llaman Las Indianas Desnudas y son nueve piezas magníficas.

¿Hay más museos en Premià?

Sí, acabamos de inaugurar el Museo Romano de Premià de Mar, que es una visita inmersiva a un yacimiento. Muy curioso e interesante. Se venden entradas combinadas por los dos museos y en un solo día los puedes visitar ambos. Y después yo recomendaría a todo el mundo que se paseara por la zona que hay por debajo del ayuntamiento nuevo y de la antigua fábrica Lyon (que hoy es una escuela), ya que todo son casas de cuerpo que es algo muy típico del Maresme. Parece mentira ahora, pero eran casitas que en el siglo XIX se hicieron para los obreros.

Háblame de las fiestas de Premià de Mar.

Aquí tenemos una fiesta muy particular que es la de los piratas y los premianenses, que coincide con las fiestas de San Cristóbal. El caso es que durante una semana los piratas invaden Premià de Mar: se representa el desembarco y la invasión con un espectáculo en la playa y entonces el pueblo pasa a ser pirata; y el último día de fiesta mayor, finalmente, los premianenses recuperan la villa. Durante esos días la gente está dividida literalmente en dos bandos. O sea, o eres pirata o eres premianense, y la gente de pueblo viste sus distintivos y adornan los balcones con los colores del bando al que pertenecen... Nosotros aquí en el Museo de la Estampación colaboramos con la fiesta porque que todos pueden venir a estampar su bandera.

Los de este pueblo tienen un mote…

Sí, a los premianenses se nos conoce como verdecillos (es un pájaro pequeño) y hay varias versiones del porqué. La que más me gusta a mí es la que dice que cuando se fundó el barrio de mar de Premià -diferenciado del de arriba, el actual Premià de Dalt- la gente que se estableció siempre cantaba, pero el problema es que siempre repetían la misma canción, como las aves cuando cantan. Por eso los de Dalt cuando les oían cantar siempre decían "parecen verdecillos, parecen verdecillos..."

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